Un niño malagueño feliz era Vicente Aleixandre (1898-1984), a cuya infancia y lugar llamó “El Paraíso”. Hijo de ingeniero ferrocarrilero, de familia acomodada e itinerante: pasaron de Sevilla, donde nació Vicente, a Málaga, hacia 1900, y finalmente en 1909 los Aleixandre se instalaron en Madrid.
Vicente Aleixandre bien pudo haber sido abogado mercantil. De hecho lo fue, e incluso en su juventud fue profesor en la Escuela de Comercio de Madrid. Pero el destino tenía escrito que conociera a Dámaso Alonso en 1917.
Dámaso fue como su mentor literario, y en cierta forma lo preparó para integrarse a esa brillante constelación poética conocida como Generación del 27, de la que Aleixandre llegó a ser una de sus grandes luminarias.
Cuando a Vicente Aleixandre le fue otorgado el Premio Nobel en 1977, hay que pensar que simbólicamente se premió también con ello a todos los poetas de su generación.
Hacia 1930 Aleixandre enferma de gravedad. A consecuencia de una tuberculosis le tienen que extirpar un riñón, y el resto de sus días se ve obligado a llevar una vida de reposo y atención médica continua. Imagina: ¡estaba en sus treintas!
Ignoro si esto explica el hecho de que haya sido el único poeta de su generación que permaneció en España después de la Guerra Civil, pero sí nos aclara que escribir poesía se haya convertido para él en una profunda necesidad existencial. Y explica también en parte lo prolífico de su obra.
¿Transición de la poesía pura a la poesía surrealista? Los eruditos dirán. Repasa tú la obra de Vicente Aleixandre: encontrarás incontables poemas intensos, y bellísimos.
Yo no sé si los besos voladores son surrealistas. Sé que hay besos que te hacen volar, y que por consiguiente te elevan de la realidad. Quizás los besos sean como las aves: todos son de distintos plumajes, y los hay que vuelan alto, que vuelan lejos o que no se levantan del piso.
Hay besos que duran toda la vida, aunque sólo durasen un beso; otros besos se recuerdan por la continuidad de los besos, hasta que sin darte cuenta pasan a formar parte de ti. Los besos son sabios y son tontos, y nos dejan estúpidos porque saben más.
Y como hubiera dicho el poeta: un beso dice más que mil palabras…
[Gonzalo Vélez]
Los besos
autor: Vicente Aleixandre
No te olvides, temprana, de los besos un día.
De los besos alados que a tu boca llegaron.
Un instante pusieron su plumaje encendido
sobre el puro dibujo que se rinde entreabierto.
Te rozaron los dientes. Tú sentiste su bulto,
en tu boca latiendo su celeste plumaje.
Ah, redondo tu labio palpitaba de dicha.
¿Quien no besa esos pájaros cuando llegan, escapan?
Entreabierta tu boca vi tus dientes blanquísimos.
Ah, los picos delgados entre labios se hunden.
Ah, picaron celestes, mientras dulce sentiste
que tu cuerpo ligero, muy ligero, se erguía.
¡Cuán graciosa, cuán fina, cuán esbelta reinabas!
Luz o pájaros llegan, besos puros, plumajes.
Y oscurecen tu rostro con sus alas calientes,
que te rozan. Revuelan, mientras ciega tú brillas.
No lo olvides. Felices, mira, van, ahora escapan.
Mira: vuelan, ascienden, el azul los adopta.
Suben altos, dorados. Van calientes, ardiendo.
Gimen, cantan, esplenden. En el cielo deliran.
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lunes, 9 de marzo de 2009
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