Desbordado, excesivo, incansable, igual a esos volcanes que siempre están haciendo erupción, echando fuera, echando fuera, como si el tiempo no bastara nunca para terminar de decir, para vaciarse, para estar en paz: así era el poeta chileno Pablo de Rokha (1894-1968).
O por lo menos es fácil hacerse esa idea a partir de su poesía. O antipoesía. O discurso exacerbado. O géiser de palabras.
38 libros de poesía, además de ensayos de estética, apuntes de sociología, artículos periodísticos, escritos sobre política, discursos, epístolas. Tal efusión energética puede entenderse mejor en su contexto generacional. El periodo de entreguerras fue una tierra fértil para la utopía. Era fácil ser radical de ideas, pues el cambio del mundo, que ya había iniciado, parecía estar muy al alcance de la mano por el bien de la humanidad.
En términos políticos, creer significa estar convencido, y en el convencimiento no cabe la menor duda.
(¿Es así?)
En 1922, más o menos a la par que los primeros libros de Gabriela Mistral y los de su Némesis, el descomprometido (no sólo en opinión de De Rokha) Pablo Neruda, nuestro poeta publica su primer libro, Los gemidos, un fracaso total de ventas y ante la crítica.
De Rokha estaba convencido, además, de que el artista, especialmente el poeta, era una especie de súper-hombre dionisiaco con la suficiente energía como para transformar o trastornar el universo. O siquiera para re-estructurar la vida a partir del lenguaje.
Siendo él poeta, y un poeta así, era por lo tanto incuestionable su autoridad moral en asuntos de la verdad (al menos eso era lo que él creía), y entonces no había nada que le impidiera imponer sus opiniones a los demás en términos absolutos. Esta naturaleza radical se refleja en sus críticos: o bien lo consideran un creador de facultades extraordinarias, o bien un retórico carente de fundamentos. Esto explica también su ausencia en antologías.
Suele ocurrir así con los expresionismos, en ese característico desbordamiento energético: todo sale, nada entra; el artista no tiene tiempo de ver otra perspectiva del mundo más que la suya propia, ya que incesantemente se la pasa expresando(se).
La vida de Pablo de Rokha, empero, fue sin duda muy rica en experiencias, aunque terminara fatalmente (el poeta se suicidó a los 74, el mismo año de la muerte de su hijo). La actitud incandescente, extrovertida, de su (anti)poesía, acaso refleja, en el fondo, una intensa pasión por vivir.
[Gonzalo Vélez]
Balada de Pablo de Rokha (fragmentos)
autor: Pablo de Rokha
Yo canto, canto sin querer, necesariamente, irremediablemente, fatalmente, al azar de los sucesos, como quien come, bebe o anda y porque sí; moriría si NO cantase, moriría si NO cantase; el acontecimiento floreal del poema estimula mis nervios sonantes, no puedo hablar, entono, pienso en canciones, no puedo hablar, no puedo hablar; las ruidosas, trascendentales epopeyas me definen, e ignoro el sentido de mi flauta; aprendí a cantar siendo nebulosa, odio, odio las utilitarias, labores, zafias, cuotidianas, prosaicas, y amo la ociosidad ilustre de lo bello; cantar, cantar, cantar...—he ahí lo único que sabes, Pablo de Rokha!...
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Los sofismas universales, las cósmicas, subterráneas leyes dinámicas, dinámicas me rigen, mi canción natural, polifónica se abre, se abre más allá del espíritu, la ancha belleza subconciente, trágica, matemática, fúnebre, guía mis pasos en la oscura claridad; cruzo las épocas cantando como un gran sueño deforme, mi verdad es la verdadera verdad, el corazón orquestal, musical, orquestal, dionysiaco, flota en la augusta perfecta, la eximia resonancia unánime, los fenómenos convergen a él, y agrandan su sonora sonoridad sonora, sonora; y estas fatales manos van, sonámbulas, apartando la vida externa –conceptos, fórmulas, costumbres, apariencias–, mi intuición sigue los caminos de las cosas, vidente, iluminada y feliz; todo se hace canto en mis huesos, todo se hace canto en mis huesos.
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Pus, llanto y nieblas lúgubres, dolor, sólo dolor mamo en los roñosos pechos de la vida, no tengo casa y mi vestido es pobre; sin embargo, mis cantares absurdos, inéditos, modestísimos suman el pensamiento, TODO el pensamiento de la raza y la voz del instante; soy un país HECHO poeta, por la gracia de Dios; desprecio el determinismo de las ciencias parciales, convencionales, pues mi sabiduría monumental surge pariendo axiomas desde lo infinito, y su elocuencia errante, fabulosa y terrible crea mundos e inventa universos continuamente; afirmo o niego, y mi pasión gigante atraviesa tronando el pueblo imbécil del prejuicio, la mala aldea clerical de la rutina.
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domingo, 1 de febrero de 2009
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1 comentario:
Sin duda, Rokha es un putazo en la cara!
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