viernes, 20 de febrero de 2009

Alfonsina Storni y el mar

Flaco favor le hicieron en el siglo veinte el feminismo combativo y cierto latinoamericanismo baladista y folclórico llevado al cine y al hit-parade.
(¿Te acuerdas de Alfonsina y el mar?)

Después de eso (así piensan algunos prejuiciosos), ¿para qué leerla?
Si te atrae el sentimentalismo, te quedas con las caracolas y las arenas y Alfonsí-iiií-iiií-na.
Y si no te atrae el sentimentalismo, también te quedas con las caracolas y las arenas y todo lo demás, y piensas que así es la poesía de la argentina Alfonsina Storni (1892-1938).

(Curiosa forma de pensar.)
Y no. Claro que no es así.
(Tampoco es poetisa. Es poeta.)

Tal vez se pueda inferir la fuerza poética de Alfonsina simplemente a partir de su sonrisa. (Vale: a partir de las imágenes donde aparece sonriente.) Parece una sonrisa que brota de muy adentro, una sonrisa que refleja no sólo haber vivido con intensidad, sino también haber sobrevivido a situaciones harto difíciles.

Por ejemplo: ser madre soltera en Buenos Aires en 1911, sin conocer a nadie, sin apoyo familiar, y sin un peso. Y además, con la obsesión de escribir poesía.

Trabajó en una fábrica de gorras, de cajera en tiendas, de asistente en un negocio de importaciones. Pero gracias a que escribía poesía, y a que publicó su primer libro en 1916, y a que esto la llevó a escribir y trabajar en periódicos y revistas, y esto al mundo académico, etcétera, poco a poco Alfonsina Storni se hizo de un espacio propio, polémico pero respetado, y de un rico círculo de personas creativas e interesantes a su alrededor.

Tuvo una actividad intelectual muy efervescente en los años veintes y treintas; viajó a España, conoció a varios poetas allá, en especial a García Lorca. En fin que fue plena; y eventualmente se hizo muy amiga del escritor uruguayo Horacio Quiroga, quien se suicidó en 1937.

Dos años antes, a Alfonsina le habían detectado cáncer de mama, y la habían amputado. Y luego de irse Quiroga, también la hija de éste y el amigo de ambos Leopoldo Lugones decidieron quitarse la vida.

Con tantos ejemplos por delante, supongo, se le habrá hecho menos difícil a Alfonsina meterse a las olas aquella fatídica madrugada… No sé si haya sido o no un digno final, o heroico, o romántico, o …, para una de las voces más potentes de nuestra lengua.

Con tanta intensidad y tanta wikipedia resumida, casi no cabe pedirte que en el siguiente poema te fijes que se trata de un soneto en alejandrinos. Pero así es.
Y ya en un plano muy técnico: alejandrinos con cesura. Es decir: las catorce sílabas de los catorce versos hacen una breve pausa justo a la mitad, y el resultado, como oirás, es una cadencia de lo más elegante.

Sucede, sin embargo, como sucedería en una buena pintura, que las entrañas o las tramoyas pasan inadvertidas, pues el tema y el tratamiento están tan bien logrados que nos apasionamos sobremanera, o a la primera, y el poema nos engancha, nos gana, y de eso se trata, creo, a final de cuentas.


[Gonzalo Vélez]



Pasión
autora: Alfonsina Storni

Unos besan las sienes, otros besan las manos,
otros besan los ojos, otros besan la boca.
Pero de aquél a éste la diferencia es poca.
No son dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.

Pero, encontrar un día el espíritu sumo,
la condición divina en el pecho de un fuerte,
¡el hombre en cuya llama quisieras deshacerte
como al golpe de viento las columnas de humo!

La mano que al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos los surcos creadores de tus senos.

Y la mirada grande, que mientras te ilumine
te encienda al rojoblanco, y te arda, ¡y te calcine
hasta el seco ramaje de los pálidos huesos!



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