Mario Benedetti (1920-2009) será recordado sobre todo por su entusiasmo solidario. El poeta uruguayo gozó de la buena (¿buena?) estrella de ser archiconocido en vida, por lo menos archiconocido en todos los rincones del globo en los que se habla español –probando que la patria nuestra lingüística es inmensa y transnacional.
Durante medio siglo Benedetti fue convidado infaltable a las tertulias de la izquierda “decente” en todo el hispanomundo, si no en persona (lo que seguramente a él le hubiera encantado), sí en citas, o siquiera mencionado por gente “progresista” para darse aires de “culta” pero sin parecer “pequeñoburguesa”.
En lo que se refiere a poesía, lo de Benedetti definitivamente no era la factura preciosista ni la conciencia del lenguaje. Me parece que al tema erótico nunca lo supo deslindar de enfoques morales. Su visión de la política, de la revolución, de la utopía, en fin, suele pecar de banal, planteando un sencillo mundo donde sólo hay “buenos” (MB y todos sus compañeros) y “malos” (los demás).
¿Entonces?
A cambio Mario Benedetti contó siempre con un carisma incuestionable, que al final le dio, acaso, mayor presencia a él que ha su no poco copiosa obra: 36 poemarios, 18 libros de cuentos, 9 novelas, 4 obras teatrales, 16 libros de ensayos. No sé en qué medida esta simpatía esté apoyada también en la desgracia de haber padecido la dictadura militar en Uruguay, acaso la más cruenta de cuantas asolaron en general a los países hispánicos en el siglo veinte.
Cosas así marcan. Por eso Benedetti apela a la fácil indignación de quien se da cuenta por primera vez de las atrocidades que existen y se comenten en el mundo, y al sano y encomiable deseo de cambiar la(s) situación(es) (con la intención, en principio, de mejorar la existencia).
Lo cual, también en principio, supongo, está muy bien. Pero igualmente hay quienes piensan que para la poesía va antes la conciencia de las palabras que la conciencia política; que para que haya poesía (háblese de lo que se hable) tiene que haber sonoridad y brillantez en el lenguaje, plasticidad y sensorialidad en las imágenes conseguidas con palabras, y otros aspectos de naturaleza similar.
Y es que lo siento mucho. No todo lo que es sexo es erotismo. Y no toda frase escrita en tres renglones sucesivos genera tres versos de poesía.
De don Mario nos quedamos con su optimismo y su bienintencionada disposición, con su magnetismo para hacerse de tantos lectores, y con su peculiar apasionamiento, que no se pone en duda.
En lo personal, el siguiente es mi poema de Benedetti. Aunque no muy complejo en cuanto a su planteamiento (o sí o no, repitiendo la enumeración pero con el signo invertido), lo atesoro de épocas universitarias, cuando uno buscaba las fórmulas para cambiar las injusticias del mundo, al menos en intención. La vida era descubrimiento, y todo descubrimiento era sensible, dramático, pasional.
[Gonzalo Vélez]
No te salves
autor: Mario Benedetti
No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
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martes, 19 de mayo de 2009
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