miércoles, 24 de junio de 2009

Dulce María Loynaz: Isla en la isla

Voz profunda y prolífica la de la poeta cubana nacida y fallecida en La Habana Dulce María Loynaz (1903-1997), que merecidamente obtuvo el Premio Cervantes de Literatura en 1992.

Poesía de rosas y mieles y de mariposas interiores, la voz de Dulce María Loynaz nunca es melosa, ni rosa, lo cual es un acierto en el difícil arte de hablar de la soledad y del amor insatisfecho.

Igualmente difícil resulta para cualquier poeta mantener durante mucho tiempo un tono poético elevado (si es que alguna vez se alcanzó), pero así lo hizo doña Dulce María, que vivió 93 años, la mayoría de ellos escribiendo con esa notable claridad y economía de lenguaje que constituyen la fuerza de su poesía.

Caso peculiar, ciertamente. Peculiar para María Mercedes Loynaz Muñoz, o sea Dulce María, fue sin duda el haber sido hija de un General del Ejército Libertador, autor asimismo de un himno nacional.

Peculiar igualmente el haber tenido un hermano poeta también, Enrique Loynaz Muñoz. Peculiar no haber ido a la escuela sino estudiado con tutores en casa, y de buenas a primeras haber obtenido a los 23 años un doctorado en derecho civil por la Universidad de La Habana.

Es decir que de ahí hasta 1961 Dulce María Loynaz vivió ejerciendo la abogacía, en el ramo de lo familiar. Pero gracias a su literatura (también fue novelista), a lo largo de su vida viajó a varios países y recibió numerosos reconocimientos y premios relevantes.

Se diría una vida plena y exitosa; y además, en el plano personal estuvo casada, por lo que se sabe felizmente. No obstante, su poesía toca de manera recurrente temas de aislamiento, de amores no correspondidos o jamás hallados, de indecisión, de indefinida espera, de alguien que no encuentra su lugar en el mundo.

Lo cual resulta, otra vez, peculiar. Sobre todo porque lo que escribe suele ser muy bello.


[Gonzalo Vélez]



Tierra cansada
(Romance pequeño)

autora: Dulce María Loynaz

La tierra se va cansando,
la rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de entibiar semillas rotas,
y el cansando de la tierra
sube en la flor que deshoja
el viento... Y allí, en el viento
se queda...

La mariposa
volará toda una tarde
para reunir una gota
de miel...

Ya no son las frutas
tan dulces como eran otras...
Las canas enjutas hacen
azúcar flojo... Y la poca
uva, vino que no alegra...
La rosa no huele a rosa.
La tierra se va cansando
de la raíz a las hojas,
la tierra se va cansando.
(Rosa, rosita de aromas...,
la de la Virgen de Mayo,
la de mi blanca corona...
¿Que viento la deshojó?)
¡Me duele el alma de sola!...

(La Virgen se quedó arriba
toda cubierta de rosas...)

¡No me esperes si me esperas,
Rosa más linda que todas!...

La tierra se va cansando...
El corazón quiere sombra...



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